¿Mueres de envidia aquellos profesionales que maquillan de maravilla? Y tú ni si quiera sabes por dónde empezar.
BROCHAS PARA LA BASE DE MAQUILLAJE: No hace falta decir que, en materia de fondo de maquillaje, es esencial que preparemos bien la piel. Como si se tratara de un lienzo en blanco, debemos conseguir que esté bien exfoliada e hidratada, e incluso sublimada con algún primer específico, antes de pasar a la acción, ya que si no, ni la mejor de las brochas nos proporcionará un buen resultado.
Brocha kabuki. Es pequeña y de corte plano, ideal para una cobertura alta y unas imperfecciones bien camufladas. "Este tipo de brochas pulen la piel utilizando muy poco producto, aunque apliquemos una base de maquillaje ligera", explica la maquilladora.
Brocha mofeta. Todas aquellas que buscan un resultado más natural, deberían elegirla. "Dan un aspecto muy sutil al rostro, como si fuera una pequeña veladura. Son unas brochas perfectas para pieles muy maduras o para pieles muy jovencitas que buscan unificar únicamente el tono de la piel", especifica.
Esponja tipo Beauty Blender. Aunque no hablamos de brochas propiamente dichas, ¡qué sería de nosotras sin este tipo de esponjas!. Nos proporcionan la opción más natural de todas, y son perfectas si quieres "una piel hipertranslúcida con acabado de segunda piel o minimalista".
Brocha Toothbrush. Tuvieron su auge hace unos cinco años, pero cuentan con tantas admiradoras como detractoras. Su forma, parecida a un cepillo de pelo o de dientes, presenta unas fibras muy compactadas, que reparten la base muy rápidamente y dejan una apariencia de porcelana. Sin embargo, es fácil que, si no somos expertas en la materia, obtengamos un resultado algo artificial.
PARA LOS POLVOS Y BRONCEADORES: Esta herramienta interesa a todas, comenzando por las chicas de piel grasa, que necesitan sellar la base para que no se vaya perdiendo a causa de los brillos durante el día, pero también a las de piel seca, para que el corrector no haga pliegues. Y en el caso de la aplicación de bronceadores o polvos para contornear, nos unimos todas, ya que esculpir el rostro es nuestro deporte favorito.
Para sellar el rostro con polvos translúcidos o subir ligeramente el tono. Debemos buscar una grande, redondeada y que sea muy suelta, es decir, que cada fibra esté ligeramente separada, para no arrastrar la base que hay debajo y crear un efecto aterciopelado, sin marcas.
Para sellar zonas específicas. Las aletas de la nariz o la parte de la ojera necesitarán, obviamente, algo más preciso y pequeño. Será entonces cuando acudamos a nuestra brocha plana. Deposita la cantidad de producto justa y lo hace de manera muy suave y precisa, justo lo que nos hace falta en zonas pequeñas y delicadas.
Para hacer contouring. Aquí entra en juego nuestra querida brocha biselada. Su forma parece como cortada en diagonal, de ahí que se adapte tan bien a los contornos de los pómulos, resaltándolos y marcándolos a nuestro gusto. En este caso, queremos un tipo de brocha más consistente que la anterior, con el pelo más apretado, especialmente si usamos productos en crema.
PARA ILUMINADOR Y COLORETE: ¿Es quizá nuestro paso favorito? Sí, sin duda. Es el que dota de magia a todo el maquillaje, y para ello, necesitamos una buena varita mágica, claro. En el mercado hay decenas de opciones, dependiendo del acabado que desees y el producto que estés usando, en crema, líquido o en polvo, pero las imprescindibles son estas:
La de abanico. Es la más apropiada para empezar a experimentar. Su forma de abanico la hace ideal para aplicar el iluminador en polvo sobre las mejillas y dar un toque en vertical en el puente de la nariz. Para zonas más pequeñas necesitaremos algo más concreto, pero el efecto natural que proporciona esta y su habilidad a la hora de integrar el iluminador con el colorete es prodigioso.
La de punta de flecha. Se trata de una brocha más concentrada y estrecha, acabada en una forma como de llama o punta de flecha. Es especialmente útil para que el acabado sea más evidente, y podemos utilizarla tanto para iluminadores líquidos como en polvo.
Pincel iluminador. Aquí ya afinamos más el tiro, pues se trata de un pincel fino acabado en forma semicircular, que puede usarse bajo las cejas, en el lagrimal, el arco de Cupido o la punta de la nariz. Es el más específico.
Para el colorete.
Este sutil toque final, es la clave para unificar los polvos bronceadores con el iluminador, y dar al rostro el deseado "efecto buena cara". Según Lobato, "debe aplicarse de forma muy sutil, como acariciando la brocha sobre la piel, para que quede un aspecto de rubor súper natural". Lamentablemente, suele suceder que, las brochas que incorporan los coloretes no sirven más que para sacarnos de un apuro si no tenemos otra a mano, o para un retoque puntual. Digamos que su tamaño no es el óptimo. Lo que nos hace falta, es una muy densa, para difuminar y repartir bien.
Para coloretes en polvo. En este caso, la recomendación estrella es hacerse con una brocha muy poblada, de fibras largas acabadas en punta redondeada y muy suave. No ha de ser tan grande como la de polvos, pero nos interesa que aporte un acabado delicado, como un rubor que procede de nuestras mejillas. La número 400 de Real Techniques es justo lo que necesitamos.
Para coloretes en crema. En este caso, necesitaremos una brocha más pequeña y con el pelo más concentrado, para que difumine más el producto y no quede artificial, debido a su textura. Opciones como la Filtered Cheek de Real Techniques son muy útiles, ya que poseen "un cabezal pequeño, ideal para obtener un resultado natural. Las diferentes capas en las que están colocadas las fibras facilitan la aplicación de coloretes en crema", nos cuentan desde la firma.